Pocos
inventos han sido tan rápidamente asimilados y popularizados como el móvil. No
hace tantos años que apareció y ahora ya no nos atrevemos ni imaginar lo que
sería vivir sin él.
Antes
de que existiera era necesario recurrir a las cabinas y, antes aún, a bares,
tiendas y particulares autorizados a disponer de "teléfono público".
Algunos de estos teléfonos -pocos- funcionaban con monedas, otros -la mayoría- lo
hacían con pequeños discos de metal de formato específico que se compraban en
los estancos y que al contrario que las monedas, permitían subir el precio de
las llamadas -en unos momentos de inflación desbocada como lo eran los años
sesenta y setenta- sin necesidad de hacer ningún tipo de adaptación en los
aparatos. Eran las fichas, que algunos llaman "monedas antiinflación",
los telephone token, jeton telephone, gettone telefonico o telephonmarke
de otros idiomas.
El
coleccionismo de estos objetos paranumismàticos- como muchos otros
coleccionismos- ha tenido un antes y un después a partir de la aparición de
Internet y de las webs internacionales de subastas. Ahora es fácil comprar
desde casa piezas de cualquier parte del mundo. Antes, en cambio, hacían falta
años de esfuerzo y paciencia para llegar a disponer de los contactos
internacionales necesarios para poder comprar o intercambiar piezas de otros
países.
Fichas españolas y europeas
En España
las fichas telefónicas más antiguas son de hierro y presentan una sola ranura.
Posteriormente aparecieron las de latón, con varios modelos, que se mantuvieron
en circulación hasta bien entrados los años setenta.
En el resto
de Europa han sido muchos los países que en un momento u otro de su historia
reciente han utilizado fichas como sistema de pago de las comunicaciones. Uno
de los más interesantes es Italia donde la coexistencia de varias empresas de
telefonía motivó la aparición de modelos diferentes de fichas, y donde, quizá
por este motivo, hay un colectivo destacado de aficionados, con algunas de las
mejores colecciones a nivel mundial.
Personalmente
me interesan mucho las fichas de los años treinta y cuarenta, en especial de
países centroeuropeos, como Austria, las dos Alemanias, Checoslovaquia o la
Croacia bajo control nazi.
Uno
de los países europeos que más variedad ofrece es Rumanía que incluso cuenta
con un catálogo especializado, y uno de los más buscados, Andorra, que en los
años sesenta acuñó una ficha en catalán que -lo que son las cosas- yo encontré
y compré en Madrid.
Jordi Viader Riera
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