miércoles, 28 de febrero de 2018

Juguetes



Dentro de esta continuada "operación nostalgia" en que solemos vivir muchos de los coleccionistas que hemos superado los cuarenta, el mundo del niño, suele ocupar un lugar de preferencia. La infancia suele ser recordada -con todas las excepciones que se quieran- como una etapa feliz e irresponsable que a medida que pasan los años tendemos a idealizar todavía más. Es por eso que después de haber perdido muchas de las presencias humanas que nos rodeaban durante aquellos años, aspiramos a recuperar los objetos.

Y qué objetos más significativos que los juguetes? Aquel Mecano que excitaba nuestra imaginación y ponía a prueba nuestra capacidad de dominar el espacio tridimensional... 

Aquellos Juegos Reunidos que ayudaban a pasar tediosas tardes de domingo de televisión franquista y misa vespertina... Aquella Cheminova  que nos permitía experimentar más allá de las curiosidades científicos, quemando pólvoras y fuegos de artificio caseros... 


O el robot que se sabía todas las respuestas?


Para otros el recuerdo se focaliza ninguno el tren eléctrico o más a menudo de cuerda, de la mítica casa Payá, a quien se debe de aquel recordado slogan que se convirtió en una incitación, no por involuntaria menos evidente, a la erección: "Tren Payà, tren payá... trempa...ya!"

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